Nuestras luchas diarias normalmente provienen de nuestros apegos. Algunas de estas pueden ser las siguientes:
Comer en exceso: No hay nada malo en comer, pero cuando comemos por el hábito de reconfortarnos o por no saber cuándo parar, puede llevarnos a sentirnos mal o a tener peor salud con el tiempo. El apego en este caso puede ser un apego a reconfortarnos con la comida, a probar ciertos alimentos todos los días o a terminar todo lo que tenemos en el plato aunque ya hayamos comido suficiente.
Trabajar demasiado: Si trabajamos demasiado, puede haber un apego a hacer todo lo posible, tal vez para sentir que somos lo suficientemente buenos.
Aplazar las cosas: Esto puede deberse a varias cosas, pero una posibilidad es el apego a hacerlo bien o a conseguir un resultado concreto que nos haga sentir bien con nosotros mismos o seguros.
Frustraciones con otras personas: En este caso, el apego puede ser a que las personas se comporten como nosotros queremos o a que estén contentas con nosotros.
Sentirse abrumado: Podemos tener apego a una sensación de orden, simplicidad o a saber exactamente qué hacer.
Adicción a las redes sociales: El apego podría ser a una sensación de comodidad, o tal vez a una sensación de estar entretenidos.
Desorden: Si tenemos demasiado desorden, podríamos tener apegos a la comodidad y seguridad de las compras y la recepción de paquetes en el correo, un apego a las posesiones por razones emocionales, o podrían ser los apegos mencionados en "Aplazar las cosas" más arriba.
Ansiedad social: Hay muchas razones para la ansiedad social, pero el apego puede ser a que la gente nos vea de una manera determinada, o una sensación de comodidad o seguridad.
No voy a pretender que estos problemas sean fáciles de tratar, ni descartarlos de ninguna manera. Lo que digo es que nuestros apegos están en el centro de estos problemas.
¿Podemos soltar nuestros apegos? ¿Cómo sería soltar suavemente aquello a lo que nos aferramos?
Lo primero es darse cuenta de que nuestra lucha proviene de un apego. Revisa la lista anterior y comprueba si alguna de ellas aplica para tu caso. Puede ser fácil señalar con el dedo a otra persona, o sentirse mal por las cosas. ¿Pero qué pasaría si pudiéramos simplemente notar dónde nos sentimos apegados a algo?
Una vez que veamos el apego, podemos practicar con él y ver si podemos liberarlo.
Podría ser algo así:
Respira. Vuelve hacia el momento presente.
Permítete sentir la emoción asociada al apego. Simplemente estate con ella, con atención, y siéntelo como una sensación en el cuerpo.
Pregunta si el apego te está sirviendo.
Pregúntate cómo podría ser sin el apego.
Suelta el apego con alegría, como si soltaras un globo...¡y déjalo flotar! Intenta experimentar unos momentos sin apego, y mira cómo es. ¿Qué hay para ti cuando te liberas del apego? ¿Hay algo que te frustra, que evitas, a lo que eres adicto? ¿Podrías notar el apego que tienes y liberarlo con alegría?
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