La palabra vulnerabilidad… una palabra poderosa, sin duda. Poderosa e intimidante. Muchos ven la vulnerabilidad como debilidad, miedo, dolor o traición. Estas son las emociones profundamente arraigadas que las personas experimentan cuando revelan aspectos de sí mismas a los demás. Pero en sí misma, la vulnerabilidad, por más imponente que parezca, no es un signo de debilidad y puede ser nuestra mayor fortaleza.
“La vulnerabilidad no es ganar ni perder; es tener el coraje de aparecer y ser visto cuando no tenemos control sobre el resultado. La vulnerabilidad no es debilidad; es nuestra mayor medida de coraje ”
Estas son las palabras de la autora Brené Brown. Ella nos indica que la vulnerabilidad es un arma de doble filo. Aquellos que se protegen para evitar lastimarse, no aprecian la intimidad y las relaciones cercanas. ¡Y es que todos somos vulnerables! No podemos huir de aquella vulnerabilidad. Todos estamos familiarizados con ella y es importante entender que no nos conviene aislarnos de dicha vulnerabilidad. Cuando escondemos nuestra vulnerabilidad, evitamos que los demás conozcan nuestra verdadera naturaleza.
Cuando nos cerramos a la vulnerabilidad y no mostramos nuestro corazón nos cerramos a la conexión con los demás, y este aislamiento nos pasa factura. Brown nos explica que si estamos aquí es por la conexión. Es lo que nos da sentido y finalidad a nuestras vidas. De eso se trata. No importa si hablas con gente que trabaja en justicia social o en salud mental, abuso o negligencia. Esa conexión, la habilidad de sentirnos conectados, es nuestra programación neurológica. Por esto estamos aquí.
Quiero contarte una experiencia personal: Hace muchos años no era una persona de mucho bailar. A veces por vergüenza o miedo, construía excusas, trabas antes de poner los pies en la pista de baile. Pero un día, en el matrimonio de una amiga muy querida, vi una de las escenas más tiernas, divertidas e inspiradoras. Eran las 8 de la noche ya, y la abuela de mi amiga, su nona de 85 años, se levantó de la mesa donde estaba sentada y se dirigió acompañada de la mano hacia la pista de baile. Uno no se imaginaría que una mujer de esa edad sería el alma de la fiesta, pero apenas subió a la pista, todos los ojos estaban en ella. Tenía sus dificultades, de eso no hay duda, pero se mostró vulnerable a los demás. Paradójicamente, al mostrar a esa mujer frágil al medio, terminó proyectando la imagen de una mujer fuerte, divertida y amigable. Se volvió, sin ninguna duda, el centro de la fiesta, y la que me inspiró a ir a mostrar algunos de mis pasos.
A nosotros nos puede pasar lo mismo. Muchos de nosotros tenemos experiencias muy dolorosas de exclusión y de no pertenecer. Muchos de nosotros nos hemos visto vulnerables en la vida. Y es natural que nos preguntemos ¿Existe algo en mí que si otros lo saben o ven, no seré digna de conexión? Lo primero que hay que entender es que es universal, todos lo sentimos. Las únicas personas que no sienten vergüenza de sus vulnerabilidades son las incapaces de sentir empatía o conexión humana. Nadie quiere hablar de ello y cuanto menos lo hablas, más lo sientes. Lo que refuerza esta vergüenza es el discurso de "no soy lo suficientemente bueno". Todos conocemos este sentimiento, el "no soy suficientemente delgado, suficientemente rico o suficientemente brillante, o no me han ascendido lo suficiente"... Lo que lo corrobora es esta vulnerabilidad insoportable. Esta idea de "para que exista conexión debemos dejarnos ver", que nos vean de verdad.
Es difícil librarnos de dicha vergüenza. Pero Brown resalta que son aquellas personas con un alto sentido a la dignidad y amor propio quienes aceptan de manera incondicional su vulnerabilidad y saben cómo manejar la vergüenza de verse frágiles. Las personas con un sentido fuerte de amor y pertenencia piensan que son dignas de amor y pertenencia. Creen que valían la pena. Y para ella, la parte difícil de eso que nos mantiene desconectados es nuestro miedo a no ser dignos de conexión.
Nosotros podemos ser esas personas. No tengo duda que tú tienes el coraje de ser una persona imperfecta. El primer paso es tener compasión para ser amable con nosotros mismos y luego con otros. Pongamos la mano sobre el corazón, mirémonos al espejo, respiremos hondo y tratemos de mirar a ese reflejo en el espejo con compasión y amabilidad.
El siguiente paso es aceptar por completo la vulnerabilidad. Las personas que logran esto, creen que lo que los hacía vulnerables los hace hermosos. No hablaban de vulnerabilidad como algo incómodo o doloroso. Este tipo de personas hablan constantemente de buena voluntad para decir "te amo" primero. La buena voluntad de hacer algo donde no había garantías. La disposición de respirar calmadamente mientras esperan al médico después de su mamografía. La voluntad de invertir en una relación que pueda o no salir bien. Este tipo de personas piensan que esto es fundamental.
Estoy segura de que no es una tarea fácil. Aceptar incondicionalmente es todo un reto. Vernos a nosotros mismos y sentir nuestras heridas es difícil. Como diría Jorge Bucay, escritor argentino:
“Cuando nos amamos, aceptamos y valoramos sin juzgar nuestras carencias, nuestra imperfección y nuestra vulnerabilidad, no perdemos tiempo en pelearnos por cambiar. Es entonces cuando el amor y la compasión crecen en nosotros y, para nuestra sorpresa, el cambio se produce.“
Tenemos que dejarnos ver, que nos vean vulnerables. Hay que amar con todo el corazón aunque no haya garantías. Y esto es muy difícil, puede ser extremadamente difícil. Ejercer la gratitud y la dicha en esos momentos de terror cuando nos preguntamos "¿Puedo amarte tanto? ¿Puedo creer en esto tan apasionadamente? ¿Puedo enojarme tanto por esto?" Me puedo detener y en lugar de ser catastrófica decir: "Simplemente estoy muy agradecido". "Porque estoy vivo, porque sentirse vulnerable significa estar vivo".
Y por último, creo que es más importante creer que somos suficientes. Porque cuando funcionamos desde la perspectiva "Soy suficiente" entonces dejamos de gritar y empezamos a escuchar. Somos más amables con las personas que nos rodean y más amables y considerados con nosotros mismos.
Te dejo el link al video de René Brown para que lo mires completo:
Hagamos un compromiso. Empecemos hoy este camino de abrazar nuestra vulnerabilidad juntas. No como una carrera de velocidad, sino como una maratón. Lenta y segura.
¡Te deseo el mejor de los éxitos en este camino! Sería bonito que compartas una foto tuya y me cuentes aquella anécdota donde te hayas sentido vulnerable, para ello sólo tienes que etiquetarme en mi instagram como @lantana.lifestyle y usar el hashtag: #vulnerabilidadlantana.
¡No puedo esperar a ver lo que compartes!
Con amor,
Pao.
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