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¿Te imaginas un mundo sin emociones?

Foto del escritor: Paola CanoPaola Cano

Actualizado: 25 may 2019




A veces me pongo a pesar que hace que las personas se mantengan en un mismo estado sin salir de su zona de confort  (algunas zonas de confort son un tanto caóticas) y me pregunto: ¿qué  les falta?,  ¿Cuál es el empujón que necesitan para tomar acción y transformarse?

Pienso que la energía o el impulso que les falta tienen que ver con sus emociones.  Las emociones nos mueven y nos inducen a la acción. Es más la palabra emoción proviene del latín motere, que significa movimiento.  La emoción nos lleva a definir una acción.  Lo que percibimos nos evoca una emoción, la emoción nos impulsa a un comportamiento.

Sigamos  en esta escena:  Hacía el final de la tragedia Romeo y Julieta de William Shakespeare, en una calle de Mantua, Romeo regunta a Baltasar por Julieta.  El criado recién llegado de Verona y aún con botas de montar, entre dudas y titubeos le entrega la dolorosa noticia: Julieta descansa en el panteón de los Capuleto;  él mismo presencio su entierro en la cripta familiar.

Podemos imaginar la desesperación, la angustia y e lacerante dolor físico que recorre el cuerpo de Romeo. Al verlo, Baltazar exclama: “Por Dios, Señor, calmaos! Vuestro semblante, desencajado y pálido, anuncia alguna desgracia”.

La escena de la tragedia refleja el centro de la emoción humana. Donde un pensamiento, una frase, un estímulo que para otra persona no podría tener importancia, induce, junto a una sensación interna que le toca el alma, una reacción interna que, en el caso de Romeo transforma su rostro.

En las emociones se distinguen tres componentes involucrados: los cambios fisiológicos, los estados cognitivos subjetivos (la experiencia personal a la que llamamos usualmente emoción) y los comportamientos (signos externos de estas reacciones internas), lo que nos lleva a concluir que las emociones nos provocan cambios en nuestro interior y exterior.

Pero qué pasa con las personas que no se permiten experimentar o mejor dicho vivencian sus emociones, que se disocian, se dispersan o se distraen de las situaciones para que no les afecten? ¿Tendrán ese motor que la movilice? ¿o lo habrán perdido?  

La verdad es que sin la emoción la persona jamás podrá moverse de la situación en la que está, también tendrá dificultades para adoptar decisiones, ya que en ese proceso no sólo se emplea la razón, también la emoción juega un papel fundamental.

Hay que entender que las emociones son la brújula que guía nuestros pasos. Si me siento "bien", continuaré caminando por donde voy y haciendo lo que hago. Pero si me siento "mal", me plantearé hacer algo diferente o cambiar de rumbo. Gracias a ellas, soy consciente de cuándo tengo que reorientar mi caminar.

Nuestro estado natural es la armonía y la paz. Cuando nos desviamos de nuestro camino saltan las alarmas, y aparece el aviso en forma de emoción incómoda.

Así recibo el mensaje de que hay algo en mi vida que no está en equilibrio; es como el piloto del coche que me indica que falta aceite.

¿Qué pasaría si yo veo la luz del aceite encendida y no le hago caso? Probablemente el motor sufra, antes o después. Yo puedo sentir odio y no pasa nada. Pero si yo reprimo esa emoción, porque por ejemplo piense que socialmente no está bien vista, el resultado en mi vida puede ser peligroso.

La emoción tiene una función de supervivencia y esto a nivel inconsciente es una fuerza muy potente que siempre va a tender a expresarse. Si yo reprimo esa energía, se manifestará en forma de sintomatología física, psicológica, conductual... Según la OMS el 90% de las enfermedades tiene un origen emocional.


Así que los invito a aprender a vivenciar sus emociones

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